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 Un artesano de los mares y del estuario

Ampliar ImagenA los 85 años sigue siendo un gurú al que los pescadores visitan para obtener técnicas, consejos y recetas sobre la actividad en nuestra región.

Como todo isleño, Juan Califano se formó como un artesano en la pesca.
Nacido el 17 de septiembre de 1923 en Ponza (Italia), tenía sólo cinco años cuando su madre y hermano mayor le enseñaron las técnicas de tejido de redes, que luego utilizaría para capturar sus presas en el mar Tirreno.
Por entonces el secreto de una buena red radicaba en lograr puntos bien firmes y formar calados de mayor o menor tamaño, de acuerdo a la contextura de cada pez.
Con balsas movidas a remo, Juan conoció los rincones del mar Tirreno, sus temperaturas y corrientes. Aprendió a leer el viento y a encontrar el punto indicado para una mejor captura.
Cuando ya había cumplido nueve años, su hermano lo inició en las aguas que circundan la isla Sardegna.
Si había viento a favor ambos partían desde Ponza hacia las costas de Olbia, pasando por la isla de Córcega, haciendo un circuito que comprendía al menos unas ocho millas.
Juan era el encargado de remar durante tres horas hasta llegar a una boya, donde encendía un farol que iba a iluminar la llegada de más pescadores.
Ese era el momento en que las sardinas y peces espada comenzaban a saltar, como exhibiéndose sobre el reflejo en el agua. Eran las once de la noche y las estrellas iluminaban junto a la luz parpadeante del farol, el arte de la pesca.


En la Argentina.
Juan llegó a Buenos Aires el 13 de septiembre de 1948 y dos días después se mudó al barrio de los pescadores, en Ingeniero White, junto a su mujer, Rita Aversano, y su hijo, José. Faltaban sólo un par de días para festejar sus 25 años.
En Plunkett al 3700, una casa exhibe ahora en su frente dos cerámicos. Uno indica la dirección; y, el otro, el nombre de su morador: Juan Califano.
Allí lo visitan diariamente pescadores de todo tipo para aprender de sus experiencias y pedirle algunas recetas de pesca en la zona que, sólo él, a sus 85 años, está en condiciones de dar.
Con una "memoria fresca", como le gusta describirse al propio Califano, es capaz de dibujar un mapa con su mente e indicar cuáles son los puntos más potables para pescar, cómo deben moverse los barcos en relación al viento y las corrientes, y dónde se debe tirar el tramallo.
También en los barrios de White se sabe que Juan, con su paciencia y conocimiento en técnica, es el único capaz de tejer redes a mano.
Armado sólo con sus manos, pies, un carretel hilo, un "taquito" de madera y una pinza, sabe cuál es la maniobra indicada para cada tipo de calado.

Pies descalzos y pantalones cortos.
Pero este trabajo de producción artesanal que Juan aprendió en sus primeros años de vida ya quedó obsoleto frente a la fabricación masiva de redes de nylon e hilo.
Después de jubilarse, en 1976, su principal tarea diaria se limita a hacer arreglos y adecuar el tamaño de las mallas según el pedido de cada pescador.
"Antes se tejía en algodón y había que teñir las redes de colores cálidos, como el marrón o rojo, cada vez que se usaban. Las de ahora no se cortan tan rápido ni se destiñen", aclaró Juan.
Si bien las nuevas redes pueden ser mejores, la pesca ya no es tan exitosa como antes.
Y es que, según Califano, poco quedó de aquellos años en que los pescadores salían en pantalones cortos y descalzos, sin importar la estación del año o las condiciones meteorológicas del día.
Tiempo en que sólo unas 40 balsas circulaban por las aguas del puerto y capturaban unos 4.000 peces diarios.
"Ahora ya son más de 80 los pesqueros y las capturas se multiplicaron. Esto provocó la destrucción del hábitat de la ría y, por tanto, que las últimas temporadas de pesca hayan fracasado".
La pérdida masiva de ejemplares en la ría es un problema que le llega de cerca a este isleño que en su patio sigue tejiendo redes, que lo siguen atando, aunque sea de modo simbólico, a las aguas del mar Tirreno y del estuario whitense.
SOLEDAD LLOBET


"Antes había sólo 40 embarcaciones y se capturaban unos 4.000 peces diarios. Ahora ya son más de 80 los pesqueros y las capturas se multiplicaron. Esto provocó la destrucción del hábitat de la ría y, por tanto, que las últimas temporadas de pesca hayan fracasado". Juan Califano.




Una vida embarcado.
Antes de embarcarse en el buque que lo trajo a las costas de nuestro país (el "San Giorgio"), este ponziano participó activamente en la Segunda Guerra Mundial y la posguerra.
Durante tres años actuó como pescador espía en las aguas de Nápoles y fue cocinero en el crucero "Scipione Africano", cuya misión fue la de rescatar prisioneros italianos en Egipto y Marruecos.
Finalmente, para mediados de julio de 1946, ya se había desvinculado de la Marina y le esperaba un futuro en familia y lejos de su Ponza natal.

Link Relacionado - Publicado el: 9/10/2009 - 10:19

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